Los judíos nazis tomaban gin tonic con pepino y se desvivían en una conversación entre Faulkner y un músico indi-country-folk de fama indiscernible... Uno de ellos llevaba cartera, el otro presentaba en su apariencia un claro debate entre Johny cash y Elvis Costelo... Ante la mirada atónita de las alcohólicas de mis amigas, quienes sufrían por la imposibilidad de nombrar aquella bebida, no pude más que preguntar sobre el pepino en sus vasos, vaya sorpresa al descubrir la cualidad mágica: el trago, impunemente, sabía a melón.
El judío nazi de la cartera se muñía de un manifiesto para conseguir -si se me permite la categoría-
minitas. Una decena de mandamientos infalibles de los que pude rescatar sólo dos:
1. Ocuparse de exisitir
2. Demuéstrele al "significant other" que no le preocupa perderlo.
Mi ex se hizo presente en la vereda de enfrente y no titubeó en representarme una vez más su mediocre melodrama de Polka. Como hijo de la escuela de Suar me sobreactuaba un abrazo (¿qué puedo esperar de la clase media de flores venida a menos? ¿una a charla sobre expresionismo alemán?). Sumidos ahora en la simplona escena, él era, claramente, el actor de reparto que no puede llorar en el momento indicado, pero que consigue, a pesar de todo, que las lágrimas permanezcan amenazantes en los ojos, a punto de rebalsar.
Mientras volvía a la mesa reconocía finalmente el acting pauperrimo, constante y
shamefull de mi querido ex.
And in his eyes you see nothing
no sign of love behind the tears
cryed for no one
De vuelta en la mesa los judíos nazis se reían de la paparruchada de siquiera considerar como algo a semejante sujeto, sin problemas lo reabutizaron ya que su apellido, su origen, no era
worthy de ser mencionado correctamente y muy amablemebte conjeturaron una maldición para "Pirikirisky":
"Olvídese de ese paparulo, aunque buen actor dista de ser encantador... Pasará siete años sin hacer nada para finalmente malograrse una participacíon en la remake de
Alta comedia por canal 7."