abrí la cerveza, la lata de cerveza que esperaba hacía semanas en la heladera, acompañada solamente de una mayonesa y una salsa de soja junto a la botella de agua recargada de la canilla. Me serví en un vaso porque tomar de la lata, dado el estado de mi pelo y me bata crema ya con dejos grises, me significaba una cachetada certera en lo poco que quedaba de dignidad. Me prendí el famoso pucho de la muerte, el innecesario cuando una siente aún el humo de los anteriores cigarrillos subir por la garganta. Prendí el televisor y lo vi moverse, reir y angustiarse justo como lo hacía en mi propia cama dos semanas antes, lo vi besar a otra con los mismos modismos y
clichés con los que me besaba a mí. Lo vi todo, y habiéndolo visto todo busque la totalidad de los sentidos y lo llamé para escucharlo todo y aún más.
"No, no te amo"
y yo...
"Wow...qué fuerte no?" (sí.... esa fue mi respuesta.)